MI
LUNA
La Vía Láctea
mostraba su cola blanquecina y las estrellas brillaban como pequeños
diamantes en un negrísimo firmamento sin luna. La luna, esa luna que
ilumina nuestras noches más oscuras, sin duda esa noche, como todas
las otras para mi, eras tú. Iluminando mi vida, iluminando mis
momentos más oscuros, iluminando mis noches a solas, mis días más
tristes, aportándome los momentos de ilusión que un día
desaparecieron y des de que entraste en mi vida han ido apareciendo
con la misma intensidad como brillaban esas pequeñas estrellitas.
Tú, eres mi diamante, eres el tesoro de mi vida, eres la razón de
mi existir, los eres todo para mi. Tanto, que aún sabiendo que la
distancia no nos favorece, yo lucho contra la razón, para abrirme
hacia el camino que tu un buen día me brindaste. Me llenas de esa
felicidad que tanto he ansiado durante muchísimos años, porque
nunca o en contadas ocasiones he podido ser feliz.
Ahora, mientras
camino en esta noche tan oscura y fría de invierno, sola por las
calles grises de una Barcelona en decadencia de principios del siglo
XX1, me imagino como tus cálidos brazos rodean mi frágil y pálido
cuerpo, deteniéndome en una de las esquinas que hay antes de llegar
al portalillo de mis casa, y cómo, tímidamente, me das un dulce
beso de despedida, dejándome toda la dulzura de tu ser en mis labios
y en mi corazón. No se cuando volveré a verte. Lo que sí se, es
que aunque no haya luna en el cielo, para mi siempre habrá luna,
tú.
Te quiero
Sara
No hay comentarios:
Publicar un comentario