miércoles, 17 de abril de 2013

SE ENCONTRABAN SIEMPRE EN EL VESTÍBULO




Eran las doce de la noche, hora en la que se encontraban siempre en el vestíbulo del Famoso Hotel Royal Palace de Montecarlo. Ella hacía dos años que engañaba a su marido, un adinerado inglés de Gran Bretaña, y él hacía más de dos meses que la conoció en un baile promocionado por la Real Academia de Baile de la misma ciudad de Montecarlo. Los dos eran bailarines de la Academia, pero nunca antes se habían visto ya que él hacía poco menos de 1 año que se introdujo en el grupo de baile.

Él sabía que ella estaba casada des de hace 8 años con un conocido magnate del negocio de la hostelería, y poco le importaban los años que ella le sacaba de edad, así como los rumores de toda la comparsa de bailarines y bailarinas de la Compañía.

Quedaban en el vestíbulo del mejor hotel de Montecarlo, porque era donde se hospedaba ella, ya que se alojaba con su marido debido a negocios con cadenas de hoteles y demás.

Así hasta tres noches seguidas en la misma semana, un Lunes 21 de Noviembre del año 1946, un Martes 22 y un Miércoles 23, a la misma hora porque era cuando había más movimiento de personal en el hotel, debido al cambio de turno, para que el encuentro entre los dos pasara más desapercibido y cuando comenzaban las reuniones tardías de su marido con otros magnates de Gran Bretaña. Su marido no preguntaba ni adónde iba ni dejaba de ir a esas horas, ya que bastante ocupado estaba con sus reuniones en la sala vip de la undécima planta del Hotel hasta las tantas de la madrugada.

Siempre ella tan elegante y a la vez tan bella. Antón la esperaba a los pies de la escalinata, mientras ella bajaba sigilosamente por la misma.

Miércoles 23, era una de las últimas noches en la que podrían verse a escondidas, y donde se encontraban siempre, en el vestíbulo del Gran Hotel. Ella como siempre tan bella, tan sigilosa, tan minuciosamente precisa, bajaba las escaleras hacia el vestíbulo donde se encontraba con su amante, él ansiaba verla, nunca era suficiente, pero no podía pensar jamás en lo que sucedería esa misma noche. Llegó, se abrazó a él como si fuera el último abrazo, y sin oír las voces que iban acercándose tras de si, desencadenó en un apasionado beso hacia Antón. Sólo habían pasado 5 minutos, ella seguía abrazada a él sin escuchar nada, mientras Antón con un grito desgarrador cayó al suelo. Tras verlo tendido sobre un charco de sangre ella corrió a socorrerle agachándose al suelo. Ahora si oía las voces, todas las voces de todos los trabajadores del hotel que se acercaron, mientras por encima de ellas oyó la de su marido que le dijo:

-Lo siento cariño, esto no ha acabado de la manera que yo hubiera querido pero no me has dejado más alternativa que ésta. Y aún no acabando la frase, acabó con la vida de ella, rematándola una y otra vez repitiendo la misma frase:

Si tanto lo quieres, ahora ya estás con él.

Hubo juicio, pero pudo pagar la fianza que se le interpuso, incluso siendo asesinato por duplicado. Pocos años después, enfermó de tuberculosis y murió.

Un asesino libre en cuerpo, pero no de conciencia y alma.

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