miércoles, 17 de abril de 2013

LA MUERTE DEL TIO PEPE





Nos centramos un 14 de Noviembre de 1946, en un pueblo de Granada llamado Torrecardela. Este día fue un día trágico para la familia Fernández, ya que a uno de los tíos lo habían encontrado muerto a la mañana siguiente de celebrar uno de los cumpleaños de los sobrinos del mismo. No era costumbre por esta época hacer autopsias, así que el médico forense de la ciudad de Granada no se desplazó hasta el pueblecito. La viuda y los hijos tampoco querían remover demasiado a su difunto marido ya que bastante había sido el disgusto de encontrárselo muerto por la mañana, además tenían por seguro que había sido a causa de un infarto, ya que Pepe padecía del corazón. Pepa, así como sus dos hijos empezaron a preparar todo lo que conlleva un velatorio y un funeral en un sitio y en una época como la que estamos hablando.

Todo estaba dispuesto, a Pepe lo habían vestido con su mejor traje, pero eso sí, sin ninguna joya, no fuera a ser que alguien en un descuido le quitara el reloj de oro, además tampoco lo iba a aprovechar en la otra vida. Los zapatos bien limpios y el nudo de la corbata que la misma Pepa se encargó de hacerle, bien hecho. Pepa decía que presentarse así ante el mismísimo San Pedro le hacía ganar puntos para entrar en el cielo en lugar del infierno, ya que Pepe no es que fuera malo, pero su copita de coñac día sí y día también se la tomaba así como fumar una cajetilla de puros caliqueños al día cosa que a Pepa le reventaba a parte de llenarle la casa con esa peste y ese humo sin cesar. Y cuando se iba a hacer las partidas de cartas y dominó al bar... todo el día que se tiraba en el bar del pueblo sin hacer caso de Pepa ni de sus hijos. Pepa ya estaba asqueada, pero miraba siempre por su marido, mas que nada por el cariño que hace el roce y por el que dirán de las vecinas del pueblo.

Bueno, así que Pepe ya estaba metidito en su caja sencilla de pino, la más sencilla de la funeraria, vamos la que entraba, y si podían devolverle algo del funeral a Pepa ella encantada no quería escatimar en detalles pero si le devolvía algo, de cosas que no eran imprescindibles ella la mar de conforme. Pepa se dispuso a preparar las sillas alrededor del féretro para cuando llegaran los familiares y alguna cosita para beber y para picar.

Ya eran las seis de la tarde y ya empezaban a venir familia, Pepa entre sollozos los recibía al igual que sus hijos. Y cuando estaban todos colocados, se oye un chasquido.

Pepa miraba para la caja donde estaba su marido haber si el soporte no aguantaba el peso ya que eran dos sillas mas bien mal puestas y mas bien endebles. Pero no no era eso. Dejó de sonar el chasquido, y los familiares rezaban mientras Pepa estaba intranquila por el ruido que había hecho la caja. Pepa ahora lloraba de ver lo pobre que había sido con su marido y en lo poco que había escatimado para su entierro, ni siquiera dejarle el reloj unas horas, mirar de sacar algo del seguro, ponerle dos sillas cutres para aguantar todo el peso del féretro y encima los pensamientos nada buenos que le iban y venían de Pepe, cuando en el fondo había sido una buenísima persona con todos y más con su familia, ETC. Mientras Pepa sumida en sus pensamientos con la cabeza gacha y los demás familiares seguían rezando, se volvío a escuchar un chasquido, pero ahora más fuerte. Y ahora todos levantaban la cabeza y se quedaban en blanco como si hubieran visto a un fantasma.

¡Pepa, pero que hace toda esta gente aquí llorando, y yo que hago vestido con el traje de la boda de uno de nuestros hijos!

Pepa soltó un grito, y la familia se levantó de un salto de las sillas, y dieron un paso atrás.

¡Pero Pepe, si estás vivo!

!Pues claro que estoy vivo, como quieres que esté!

Pepa le decía ¡ Pero Pepe si no respirabas!

¡ Pues hija, que ganas tenías que me muriera, que no te has percatado de que he estado respirando, si no ¿ cómo te iba a estar hablando ahora sentado en mi lecho de muerte ? , Estaba durmiendo, lo que parece mentira que no sepas que tengo Amnea del sueño y que a veces me quedo sin respiración, al igual de que mientras duermo puede pasar por encima mío un tráiler, y ni me entero! ¡ Menos mal que no has llamado al Forense, si no si que hubiera estirao la pata, me hubieran asesinado!

Pepa, así como los familiares confundidos, fueron acercándose a Pepe, y lo iban tocando poco a poco, todavía creían que era un fantasma.

¡ Podeis tocar sin miedo, que no como! ¡ Bueno, ahora que digo la palabra comer, Pepa acércame, una de las bandejas de canapés que has preparado que con el disgusto me ha entrado un hambre... !

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