miércoles, 28 de noviembre de 2012

PARA TI, SILVIA

UNA TARDE DE CINE


Me acuerdo perfectamente de aquella tarde. ¡ Vaya si me acuerdo! Había quedado sobre las seis de la tarde con mi mejor amiga para ver una de esas películas tan romáticas típicas del cine actual de los productores, guionistas, etc de Hollywood. Su nombre era “ City of Angels” ( Ciudad de Ángeles ) la actriz Meg Ryan y el actor Nicolas Cage eran sus protagonistas, y la verdad, es que su sinopsis nos atraía bastante.
Estábamos en la edad “tonta” como lo digo yo ahora... tonteando con chicos del instituto, y esas cosas... pero claro ni a ella ni a mi, por mucho que nos surgiera un pretendiente con ganas de ver una película que ellos denominaban “empalagosa” al lado de una de las de acción, muerte y destrucción, nos dejaban ir con un chico. No es que fueran los años 60, pero en esa época yo convivía más con mi abuela que con mi madre, por situaciones de trabajo, y claro las abuelas educan de una manera según la época de les haya tocado vivir.
Ya, antes de llegar, tenía un presentimiento... no era demasiado bueno, la verdad.
Personalmente, me gusta saborear una película que parece que puede ser buena, tranquila, fijando mi atención en ella, etc. porque a parte de otras cosas, para eso pago. Bueno, todo hay que decir y este es uno de los datos que desencadenan a la tragedia, por decirlo así, que en los cines de hace unos años, no tenías que subir la montaña del Everest para ir hasta tu butacón, como los de ahora, ni los asientos estaban colocados de tal modo, que no te molestaba nadie de delante a la hora de ver la película con toda tranquilidad, disfrutando de la vista panorámica que no había en casa.
Llegó la hora de entrar a la sala, eran las siete y media. Antes de ir al cine teníamos la costumbre de ir con tiempo, para coger unos buenos asientos, y también echar unas risas mientras esperábamos para ver la película.
Entramos en la sala, y nos sentamos en una de las filas del medio de la izquierda.
¡ Ya empieza ! ¡Y mi presentimiento también! Por la puerta de la derecha, veo entrar a un hombre de mediana edad, de un metro ochenta aproximadamente, junto a su pareja. ¡ Dios! ( Yo cruzando los dedos, para que se fueran a otra fila ) Titubeaban entre las filas de la derecha y las de la izquierda donde estábamos nosotras dos... Y justo, cuando el hombre, para mi suerte, se decide a sentarse en la fila donde no estábamos nosotras, su pareja lo coge insistentemente de la chaqueta, y dándole unos besitos detrás del lóbulo izquierdo de la oreja, lo arrastra hacia la fila justo enfrente de nosotras. ¡ Lo sabía! Mi amiga no paraba de reírse, porque encima a ella le tocó detrás de la novia que mediría más o menos como nosotras, pero él me tocó a mi... y encima ¡ Con unos pelos a lo “afro”, que no veas!.. Acompañando su altura, con un ruidito incesante de una bolsa de palomitas, que parecía que no se acababan nunca... Mi amiga me miraba y se tronchaba de risa, y yo estaba atacada de los nervios... me pasé toda la peli intentando ver algo... y escuchar algo... porque encima el sonido de ese cine que fuimos no era de muy buena calidad que dijéramos.
Acabó la película. Nos quedamos mi amiga y yo solas en la sala, porque ellos se habían marchado. Encima lo gracioso, es que tenían sitio de sobra para escoger... pues nada, su cabeza delante de la mía. Y mi amiga en acto de calmar mi furia de Tauro, me hizo ver el lado bueno de la tarde como siempre solía hacer con todo, y me dijo: “ Fíjate, veníamos a ver una película romántica que seguro que hubiéramos acabado llorando, pero sin embargo, mírale el lado positivo para reírte de lo que nos ha sucedido. Primero hemos pasado una tarde entre dos amigas, tú y yo, y segundo, aunque no lo creas, cuando lo medites acabarás sonriendo... seguro que si la hubieras visto, hubieras acabado triste. Me dio un tierno abrazo, y salimos del cine... mientras me daba unos golpecitos en la nuca, diciendo: - Hay... esta Sara. Comprendí que una película es una película que puedo verla repetida miles de veces, pero los instantes, los momentos, no se repiten nunca.


Gracias Sílvia por estar siempre ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario