jueves, 31 de enero de 2013

Mª Rosa



Mª Rosa estaba harta de su vida. Anclada en la vida de una dama de la alta burguesía Barcelonesa, Mª Rosa pasaba los días entre algodones, entre sirvientes, entre tiendas menos cuando tenía que asistir a algún evento importante, donde cómo le indicaba el protocolo burgués, tenía que vestirse con sus mejores prendas y adornarse, como ella decía, con las mejores joyas, aunque no tuviera ganas ese día ni de mirarse a la cara.

Su marido, un respetado sargento de la marina de la flota Española solía estar poco en casa, y por tanto, compartir pocas horas con la que era su esposa, ahora ya casi una desconocida. Eran tan pocos los momentos que pasaban juntos, que casi se saludaban como perfectos desconocidos, dos besos en la mejilla, y durmiendo siempre en camas separadas después del primer año del aniversario de bodas. Su marido, no podía concebir la idea de que su mujer no se hubiera quedado en estado el primer año, así que mandó a que separasen sus camas a los sirvientes de la casa. Así restaría sola, Mª Rosa, tanto estando él presente, como no, no sentiría sus fuertes brazos abrazándola en medio de la noche, ni oiría sus palabras de amor hacia ella en medio de la noche mientras se acurrucaba en su regazo... Nada, ahora ya no era como antes, como cuando eran novios y él era un simple marine que cumplía órdenes. Era tan romántico. Intentaba pedir todos los permisos que les fuera posible para estar junto a ella, rechazaba alguna que otra misión si ésto conllevaba a no ver a su amada, etc. Pero todo esto pasó a la historia. Ahora todas las misiones parecían ser pocos días para él para estar fuera de casa, se pasaba meses en alta mar, sin escribir una sola carta, sin hacer una llamada de teléfono. Mª Rosa se había cansado de esperar el sueño que parecía que iba a ser su vida, se cansó de ser la acompañante de un Sargento, que para lo único que la necesitaba era para dar una imagen junto a su acompañante de fiestas y eventos, ella. Ella siempre dispuesta, ella siempre alegre, ella ,siempre, dejándolo todo por complacerle. Hasta que Mª Rosa, tras mirarse al espejo una mañana del mes de Diciembre, y observarse detenidamente, se dio cuenta en lo que realmente se había convertido, y en todo lo que había perdido como mujer. Así que, no pensándolo más de 5 minutos, y teniendo en cuenta todo lo que aquello podría acarrear, cogió un folio y una pluma, y le escribió a su marido la siguiente nota: “ Me marcho para siempre, por favor no me busques. Perdona si te hago daño con esto, pero me he cansado de no ser quien realmente soy y sentirme tan sola. Lo siento por ser tan tajante, pero ya no siento nada. Fue bonito mientras hubo amor, se feliz” Y así, Mª Rosa, se vistió como de costumbre, como cuando iba de compras, y empezó a meter en una maleta unas pocas mudas, y unas pocas pertenencias en otro bolsito de mano. Entre estas pertenencias se encontraban un puñadito de cartas, donde figuraba el siguiente remitente: Teodoro Martín León. C/ Industria nº 12 Madrid.

Mª Rosa ahora estaba ilusionada y a la vez con un poco de miedo. Teodoro era un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial. Se conocieron en uno de los eventos donde Mª Rosa acudía con su marido, aunque en este en concreto donde conoció a Teodoro, acudió sola. Un hombre alto, moreno, delgado, con unos ojos azules y profundos como el mar, y con una sonrisa cautivadora. Llevaban enviándose correspondencia hacía más de seis meses, una por semana, donde el contenido eran todo elogios y donde cada una de las palabras que transmitían el uno hacia el otro estaban llenas de amor, el amor que tanto le faltaba a Mª Rosa.

Ahora ya estaba decidido, ya estaba comenzado el nuevo camino, el comienzo hacia una nueva vida. Mª Rosa, no sabía muy bien como se tomaría Teodoro que ella hubiera decidido, así de pronto, irse a vivir con él sin previo aviso, pero ya estaba pensado.

Ahora, y encaminándose hacia el vagón que le deportaría junto a Teodoro, Mª Rosa, se siente con fuerzas, e ilusión por la vida, cosa que hacía mucho tiempo que no sentía. Agarra con fuerza y tesón sus dos maletas, siente que con esta decisión deja de ser una marioneta. Ahora es ella quien decide su destino, su vida, nadie más. Ahora y en este momento ella, es ella más que nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario